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El fuego del conflicto

Fuego

Tal y como dije en «Estrategias ante el conflicto», sigo hablando sobre este tema en este artículo. Casi me atrevo a asegurar que, si preguntamos a cualquier persona de este planeta si ha tenido algún conflicto en su vida, la respuesta será en el 100 % de los casos un rotundo . Y es que los conflictos son inherentes a la vida. El problema no es que existan, esto es inevitable. La cuestión es cómo podemos aprender a sostener y gestionar el «fuego» del conflicto.

Es muy pertinente comparar el fuego y el conflicto. El fuego puede ser muy destructivo y, a la vez, puede iluminarnos, calentarnos y transformar lo que toca en algo positivo si somos capaces de controlarlo. Así, cualquier conflicto fuera de control, puede generar mucho dolor y sufrimiento. Pero bien gestionado, nos permite conocernos mejor, saber cuáles son nuestros límites e iluminar esas «zonas de sombra» que todas tenemos, para tomar conciencia de ellas y hacernos crecer.

Así como una simple chispa puede provocar un gran incendio, también los conflictos suelen comenzar en muchas ocasiones generados por pequeños incidentes. Si el fuego necesita de hojarasca y leña seca para iniciarse, el conflicto puede prender en nuestras incomodidades, nuestras tensiones, nuestras respuestas automáticas, etc; es decir en nuestra propia combustibilidad.

Si bien los conflictos a los que me refiero se dan entre personas, estos siempre tienen lugar en un contexto. En muchos casos estos conflictos son reflejo de la violencia estructural y cultural en el que se generan. Estas estructuras políticas, económicas y sociales pueden estar impidiendo la satisfacción de nuestras necesidades. En todo caso, es esta insatisfacción, la que está en el origen y la fuente de todo conflicto, ya sea estructural, social o personal.

El análisis del conflicto en relación a las partes nos lleva a identificar tres elementos básicos de todo conflicto: la amenaza de lo diferente, la combustibilidad y el poder.

  • La amenaza de lo diferente.

Es obvio que todas somos diferentes. Además de las diferencias en los aspectos físicos relacionados con el género, la raza, la estatura, etc, también lo somos en nuestra cultura, religión, creencias, nivel económico, formación. Y por supuesto, si lo aterrizamos en lo más individual también son diferentes nuestras necesidades, valores, comportamientos, intereses, miedos, etc.

Todo esto está en la base de nuestras relaciones diarias tanto a nivel micro (nuestro día a día), como a nivel macro (países, religiones, culturas, etc). Estas diferencias pueden verse en momentos como algo atrayente, que nos despiertan las ganas de conocer, de acercarnos, de relacionarnos con ello para comprobar si me gusta o no. Pero así mismo pueden vivirse como algo amenazante, repulsivo, contracultural; algo que en última instancia nos da miedo y nos separa.

Son estas fuerzas de atracción y repulsión las que sustentan la dinámica de la vida. Lo que nos atrae puede ser vivido como una reafirmación de nuestra identidad y valores individuales y/o colectivos o, por el contrario, lo que nos repele puede verse como una amenaza, un peligro para nuestros intereses y/o necesidades. En este segundo caso, de una forma deliberada o no, consciente o inconscientemente, suele llevarnos a la marginación de estas personas y, en el peor de los casos, a tratar de eliminarlas.

  • La combustibilidad.

Hacemos referencia con este termino a la facilidad con la que una «chispa» pueda prender generando un conflicto. Esta combustibilidad depende de muchos factores externos y personales.

Una sociedad oprimida, regida por normas socio-culturales y/o económicas que impiden la satisfacción de las necesidades de su población, es sin duda un caldo de cultivo propenso al estallido de conflictos sociales.

También a nivel individual podemos encontrar a personas, que por su carácter y/o personalidad, sean más propensas a «saltar» ante cualquier cosa que consideren una amenaza. En ocasiones una simple mirada puede ser el detonante de una paliza, o como en esta noticia, indicarle a alguien que se ponga la mascarilla. Así mismo, una persona, que en principio tiene un buen control emocional, puede activar su agresividad verbal o física, si está inmersa en una situación de estrés.

Como vimos en «Estrategias ante el conflicto» , hay diferentes respuestas ante él que depende de nuestra actitud y nuestras habilidades personales. Algunas de ellas son mucho más conflictivas que otras.

  • El poder.

Este elemento es fundamental en todo conflicto. Muy rara vez el poder esta equilibrado entre las partes.

Las personas, grupos, sociedades con más poder, tenderán a resolver las diferencias imponiéndose ante las partes más débiles. Obligarán a estas a comportarse como ellas quieren o creen que es el comportamiento «correcto». O satisfarán primero sus intereses y necesidades, por encima de las de las otras. Un ejemplo claro actual de esto, son las diferencias en los índices de vacunación contra el covid-19 de los países «desarrollados» respecto a otras zonas del mundo. Por último, si se sienten amenazadas harán uso de su poder para suprimir dicha amenaza, como podemos comprobar en cualquier guerra. Llevado al terreno más cotidiano, es lo que pasa, por ejemplo, con la violencia por cuestiones de orientación sexual. En estos casos el agresor puede sentir amenazados sus «valores» y agredir a las personas que muestran abiertamente otros comportamientos.

El afán de los poderosos, es mantener y perpetuar sus privilegios. Ejercen todo su poder para no perder su estatus, en ocasiones de una forma manifiesta y explícita amparados por ese mismo poder que ejercen; otras de una forma encubierta y sibilina, apoyándose en las propias estructuras sociales (sobornos, presiones, medios de comunicación, etc) o en la manipulación.

Preguntarse sobre estos tres elementos a la hora de analizar y gestionar un conflicto puede ser una buena brújula para orientarse. ¿Qué es lo que está en juego? ¿Cuáles son las necesidades del sistema? ¿Y los límites? ¿Cuál es la amenaza, el miedo que se esconde debajo del conflicto? ¿Qué parte está sometida a más tensión? ¿Cuál tiene una mayor combustibilidad? ¿Cuál puede ser su límite antes de «saltar»? ¿Quién tiene una situación de privilegio? ¿En qué reside el poder de cada una de las partes? ¿Alguna de ellas es más vulnerable? ¿Cómo se está ejerciendo ese poder? ¿Hay conciencia de ese poder? ¿Hay algún tipo de manipulación para mantener los privilegios?

Espero que os estén resultando interesantes estos artículos sobre el conflicto. De ser así, por si os animáis, os comparto el enlace a mi artículo anterior en el que os hablaba sobre nuestro próximo taller que va de todo esto: «Píldoras para crecer». Os dejo también el cartel aquí abajo.

Píldoras para crecer 2

 

 

Precio del taller 30 €

Reserva de plaza 15 €

Formulario de inscripción.

 

 

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