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Buenas palabras.

Esta semana me ha tocado sostener y gestionar, en lo mental, en lo emocional y en la acción, una desagradable situación de conflicto personal. Entre otras muchas cosas se me acusó de usar «buenas palabras» para…, ¿persuadir? ¿convencer? ¿manipular? ¿salirme con la mía?

La palabra no es la fuente que más información nos reporta en el proceso de la comunicación; el lenguaje no verbal lo supera con creces. No obstante, no deja de ser muy importante, pues las palabras son el soporte de nuestras ideas, argumentos y la manera más habitual de explicarnos. Sirven para comunicarnos con nosotras mismas con esas conversaciones internas que todas mantenemos. Las usamos para relacionarnos con las personas con las que interactuamos. Son la base con la que nombramos y tratamos de asir el mundo en el que nos desenvolvemos.

Cuando pensamos en comunicarnos, posiblemente, a la mayoría de nosotras nos llega la idea de hablar. Pero obviamente, hay otras muchas formas de hacerlo. No obstante, aun compartiendo el mismo idioma, no hay dos personas que nos expresemos exactamente de la misma manera. El estilo de comunicación que cada una de nosotras tenemos es fruto de nuestro propio bagaje vital y cambia conforme evolucionamos. Este, desde luego influye en todo lo que hacemos a diario, de forma oral o escrita.

De hecho este blog no sería posible sin la existencia del lenguaje y del uso que yo, con mi propio estilo, hago de él. Por ejemplo, es parte de mi estilo de comunicación el decantarme por el uso que hago en mis artículos del femenino en relación a la palabra «personas» (como un intento de usar un leguaje inclusivo). Se podrá o no estar de acuerdo con este uso; incluso puedo admitir que no se atiene a las normas de la RAE. Es una decisión personal consciente que tomé hace tiempo a la hora de expresarme y que me supone un esfuerzo de atención; aunque cada vez me sale más naturalmente, sobre todo a la hora de escribir.

Cuando nos formamos en Facilitación, uno de los temas fundamentales es la comunicación. Tomar conciencia sobre cuál es nuestro estilo de comunicación suele ser el primer paso que damos. Desde ahí podemos avanzar en dos caminos diferentes y ambos necesarios para nuestra profesión. Uno de ellos, es el de modificar nuestra expresión comunicativa para intentar que sea congruente con quien somos, cómo pensamos, como nos sentimos y hacerlo sin violencia hacia el prójimo. El otro es el de poder poner nuestra atención en el estilo de comunicación de las demás para entenderlas y empatizar mejor procurando vislumbrar lo que hay detrás de sus palabras. Todo, sin confluir con ellas y atendiéndonos a nosotras mismas.

Suelen ser las dificultades que todas tenemos a la hora de comunicarnos, una de las fuentes mayoritarias de nuestros conflictos, aunque no la única. Prestar atención a nuestro vocabulario, nuestros sesgos, los valores propios y/o introyectados subyacentes, nuestra entonación, volumen, pausas, ritmo de las palabras según la emocionalidad del momento, etc, nos dice mucho de nosotras mismas. Así que trabajar la comunicación propia ahorra mucho dolor y sufrimiento en nuestro día a día. Para mejorar nuestras habilidades comunicativas nos valemos de diversas «herramientas».

Una de ellas es la Escucha Activa, y recalco lo de «activa». No puede existir una buena comunicación sin una buena escucha previa. Jamás nuestros mensajes llegarán con claridad y nitidez a otras personas si no hemos dejado previamente el «espacio» necesario de escucha auténtica. Teniendo claro que escuchar no es dar la razón.

Otra «herramienta» que nos ayuda a tener una comunicación eficaz es la Comunicación No Violenta (CNV) de M. Rosenberg, que ya he nombrado en artículos anteriores. Con ella aprendemos la forma de ser asertivos sin ser agresivos. De poder decir lo que sentimos o pensamos conectadas con nosotras mismas, tomando nuestra propia responsabilidad por ello.

No podemos olvidar también el aprender a gestionar bien la Retroalimentación (Feedback), la única forma que tenemos de corroborar que ambas partes están entendiéndose. Es decir, que lo que tratamos de comunicar es al final lo que se está entendiendo y no, la interpretación que podamos hacer del mensaje.

Así que, sí. Efectivamente me valgo de buenas palabras en mi día a día comunicativo, o al menos trato de hacerlo, que no siempre lo consigo. Incluso trato de hacerlo en momentos de tensión como el vivido esta semana, y no es fácil. Me calificaron peyorativamente como persona que usa buenas palabras. Pues sí, así es. Mi intención última al hacerlo es tratar de comunicarme más eficazmente, sin herir y generar malestar. Respetar y respetarme, procurando no tener que arrepentirme de lo dicho.

Todas sabemos que lo que hacemos puede dañar a las demás, pero no le anda a la zaga el dolor que podemos provocar con nuestras palabras.

Las palabras son ventanas (o son paredes).

Siento que tus palabras me sentencian,

que me juzgan y me apartan de ti,

pero antes de irme, tengo que saber

si eso es lo que quieres decirme.

Antes de erigirme en mi defensa,

antes de hablar herida o asustada,

antes de levantar esa pared de palabras,

quiero saber si verdaderamente he oído.

Las palabras son ventanas o paredes;

nos condenan o nos liberan.

Ojalá que al hablar o al escuchar

resplandezca la luz del amor a través mío.

Hay cosas que necesito decir,

cosas muy significativas para mi.

Si no me expreso claramente con mis palabras,

¿me ayudarás a ser libre?

Si te pareció que quise rebajarte,

si creíste que no me importabas,

trata de escuchar a través de mis palabras

los sentimientos que compartimos.

Ruth Bebermeyer.

Si este tema te llama la atención y piensas que podría venirte bien trabajarlo un poco, te recuerdo que el próximo 2 de Octubre vamos a hacer un taller en el que abordaremos precisamente estos tres aspectos que nombré: la Escucha Activa, la Comunicación No Violenta (CNV) y la Retroalimentación (Feedback). Para ampliar información puedes encontrarla en mi publicación «Llegó Septiembre».

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3 comentarios en «Buenas palabras.»

  1. Muy buen artículo. Muy cierto lo de las palabras y el poder que tienen. Y lo de las buenas palabras parece una contradicción porque cuando te lo dicen es generalmente es porque piensan que actúas mal o con motivos ocultos. En vez de pensar que lo que deseamos es una mejor comunicación. Que pena no poder ir al taller.

  2. Pingback: CNV (Comunicación No Violenta) I CNV (Comunicación No Violenta)

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