En el imaginario colectivo de nuestra sociedad las palabras «líderes mundiales» nos conectan con ciertos personajes históricos. Mayoritariamente estos suelen ser hombres de entre mediana y madura edad, con una fuerte personalidad y un gran carisma. Diría incluso que en nuestra mente aparecen algunas imágenes de ellos en blanco y negro, como personajes de un pasado más o menos reciente. Nelson Mandela, Mussolini, Gandhi, Hitler, Martin Luther King, Lenin, Churchill, Mao Zedong, Che Guevara,… A primera vista, es como que los líderes actuales no están a la altura de los de antaño.
Pero si vamos un poco más allá de esta primera impresión, podremos darnos cuenta de que hay líderes históricos tanto en el pasado lejano como en tiempos más recientes. Sin entrar a valorar si están o no al mismo nivel unos y otros, podemos nombrar entre otros muchos del pasado a Julio César, Alejandro Magno, el Cid Campeador, Simón Bolívar, Napoleón, o el mismísimo Jesucristo, y de la actualidad a otros como, Barack Obama, Papa Francisco, Bolsonaro, Donald Trump.
Es importante también enmarcar que, aunque las hay, apenas se nos vienen a la mente mujeres líderes. Algunas podrían ser Teresa de Calcuta, Margaret Thatcher, Frida Kahlo, Isabel II, Ángela Merkel, Rosa Parks, etc. Algo sobre lo que reflexionar pero en lo que no voy a entrar en este momento.
Podemos darnos cuenta de que en toda esta serie de personajes habrá muchos con los que compartamos ciertas afinidades, nos representan y los vemos como modelos que inspiran nuestras vidas. Y por el contrario, habrá otros que repudiamos e incluso vemos como verdaderos «monstruos».
Podemos estar de acuerdo que una característica común a todas estas personalidades es que han tenido cientos, cientos de miles, e incluso millones de seguidores. Y es que es imprescindible que haya seguidores para poder hablar de líderes.
De hecho, si buscamos en los diccionarios como se define la palabra líder encontramos:
- Persona que dirige o conduce un partido político, un grupo social u otra colectividad (RAE).
- Persona que dirige u orienta a un grupo que reconoce su autoridad (Diccionario panhispánico de dudas).
- Del inglés leader, es una persona que actúa como guía o jefe de un grupo. Para que su liderazgo sea efectivo, el resto de los integrantes debe reconocer sus capacidades. (https://definicion.de/)
Es decir para que exista un líder es condición «sine qua non» que deben existir seguidores que lo reconozcan como tal.
Para ello la coyuntura del momento histórico respecto a lo cultural, social, económico, etc, determinará qué características debe tener un líder para que aglutine a sus seguidores.
Por poner un ejemplo extremo, el tipo de liderazgo ejercido por Gandhi en la India colonial nada tiene que ver con el liderazgo de Hitler en la Alemania de entreguerras. El primero de ellos fundamenta su éxito, entre otras muchas cosas, en la «no violencia» como herramienta de cambio. El segundo, por el contrario, usa la «violencia extrema» para generar el cambio social que de alguna manera demandaba la Alemania en crisis antes de la Segunda Guerra Mundial.
Hay que tener en cuenta que el rol del líder no deja de ser un «emergente grupal». Así que no es de extrañar que exista múltiple diversidad de líderes, pues múltiples y variadas son las circunstancias de las sociedades de los que emergen. Al fin y al cabo, los líderes son capaces de aglutinar tras de sí a tantas personas porque se transforman en un símbolo de sus aspiraciones. Son personas que «entran en resonancia» con lo que el «campo grupal social» de ese momento está demandando. En consecuencia son capaces de poner en palabras, emociones y acción lo que la mayoría social está deseando oír, sentir y actuar.
Intentemos mirar con los ojos de un testigo atemporal lo que ocurre cuando emerge un líder. En ese caso veríamos que su aparición va asociada a momentos de grandes tensiones sociales. Ellos son esa brecha por la que se rompe la presa que está conteniendo la presión del agua. Una vez que el líder es capaz de abrir ese hueco, será muy difícil parar esa «tromba» en la que se verán arrastradas muchas personas que en un principio pudieran no estar tan de acuerdo con estas ideas. Pero esto sólo ocurre si el líder de verdad aglutina a una gran parte de la población alineada con el «campo grupal social» de ese momento de la historia.
Los líderes canalizan esta «presión evolutiva» que la conflictividad trae como medio de trascender el momento histórico presente. Estos procesos pueden parecer una involución en un momento dado. Pero visto con una perspectiva histórica y temporal más amplia, no dejan de ser la dolorosa, torpe y pendular manera de progresar que tienen las sociedades, los grupos y nosotras mismas a nivel individual.
Basándome en lo expuesto hasta ahora y, aun a riesgo de equivocarme y de ser muy simplista en un tema tan complejo, haré una interpretación de como veo la situación actual.
¿Es posible que emerja a corto plazo un líder mundial? Pues sí, sería posible.
En mi opinión estamos en un momento histórico de gran tensión. No sólo por estar inmersos en la primera pandemia global que vive la humanidad. También hay que sumar otros elementos. El agotamiento de las fuentes energéticas que han sostenido nuestras sociedades en los dos últimos siglos. El decaimiento del sistema económico capitalista tal y como lo conocemos. La irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación. La globalización. Y sobre todo, el cambio climático generado por la raza humana (Leer esta noticia y el informe al que hace referencia para ampliar información.).
Parece obvio que el campo grupal social nos está empujando hacia una gran transformación en todos los órdenes. Estamos acercándonos a un límite como sociedad que nos da miedo traspasar.
Siempre que pasa esto emergen las resistencias que buscan asirse a lo conocido, a la tradición, al inmovilismo. Para mi estas resistencias están representadas de forma general por el auge de la ultraderecha en muchos Estados del mundo. Si esta corriente se retroalimenta en gran medida; si hay una mayoría social que conecte con el miedo al cambio, entonces sería posible que emerjan líderes que la representen. En ese caso, en mi opinión, daríamos un paso atrás y se produciría una involución. Pero me temo que es la tendencia que va creciendo con mayor fuerza en la actualidad y la que más miedo me da.
Al mismo tiempo, a mi me parece obvio que la transformación se dará sí o sí. Estamos abocados a traspasar este límite que tenemos delante. O lo hacemos o nos extinguimos como especie. Si cada vez más personas conectan con esta realidad hasta constituir una gran masa crítica podrían emerger líderes que apuesten por esta otra vía y representen esta otra corriente. En este caso podríamos correr el riesgo de generar cambios demasiado drásticos y difíciles de «digerir» e integrar como sociedad.
Así que en mi imaginario, no deseo la emergencia de un gran líder mundial de ninguna de estas dos tendencias. Mi deseo camina más por la senda intermedia. La senda en la que la multipolaridad social y sus «líderes menores» se vean en la necesidad de negociar y llegar a acuerdos. Quizás una vía más lenta, pero también más inclusiva.
Sólo espero que la Madre Tierra nos otorgue el tiempo necesario para recorrer este camino.