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Una sopa de incertidumbre.

Sopa minestrone

En estos momentos estoy viviendo un momento complicado. De alguna manera me siento en una encrucijada. Un momento de incertidumbre al que no sé ponerle fin.

Tiro de todo el conocimiento que he adquirido en estos años sin encontrar una clara respuesta. Una asamblea de voces inunda mi mente. Desde la razón apenas soy capaz de sintetizar toda esa información. Intento vislumbrar con mucha inseguridad cuáles podrían ser las alternativas.

Lo emocional me atraviesa de arriba abajo. Lo que en un momento me parece una buena idea deja de serlo después. Ahí ando, pasando los días, transitando un largo tiempo de desempoderamiento y desorientación.

Estoy cansado ya y apenas encuentro energías para sostener mis compromisos diarios. Al mismo tiempo estos me ayudan a desconectar por momentos.

Me digo que de alguna manera esta etapa pasará. Pero mientras tanto sólo me queda bailar con mis límites. Tratar de cuidar mis relaciones y respetarme al mismo tiempo. Un proceso doloroso de auto conocimiento y recolocación en el mundo.

Dice una buena amiga y compañera que no es lo mismo estar en el borde del plato que metido en la sopa. Desde el filo tienes una visión general de ese caldo con todo lo que contiene… fideos, agua, zanahoria, patata… Pero cuando eres un garbanzo ahí en medio sumergido en el líquido…

En estas situaciones suele ser conveniente situar a alguien en ese borde del plato para que te vaya contando. Que te oriente y te diga qué tienes a tu alrededor. Que te indique a qué te puedes agarrar o en qué te puedes apoyar. Que te alerte para evitarlo cuando entra la cuchara que te llevará a esa boca que te destruirá.

Ahora pensad en si esto se parece a la situación que estáis viviendo o habéis vivido en alguno de vuestros grupos o proyectos. Si os sentís desesperados y desesperanzados ante ciertos procesos que han emergido en ellos. Volved a leer este artículo desde el principio hasta aquí pensando en esa organización a la que pertenecéis.

Desde la perspectiva holística que tenemos de los grupos en la facilitación, podemos extrapolar las situaciones personales a las grupales y viceversa.

Entendemos los grupos y sus procesos como algo más que un conjunto de personas y sus interacciones. Para nosotros son entes vivos que tienen su propia personalidad, cultura, límites, aspiraciones, visión,… Dice Mindell: “un grupo formado por personas maduras no da como resultado un grupo maduro”.

Al igual que una persona puede verse desbordada en algún momento por una situación, también esto ocurre en las organizaciones. En ambos casos, buscar apoyo fuera suele ser conveniente. Un amigo o psicólogo para una persona puede ser un buen anclaje. Un facilitador lo es para un grupo. Son los “bomberos” que vienen a apagar el fuego y con los que se suele contar cuando ya la situación es complicada.

Pero luego hay que limpiar, reconstruir y sobre todo aprender de lo acontecido para que, por lo menos, esa misma situación no vuelva a darse.

Tanto en IIFACE como en Facilitasana recurrimos de vez en cuando a la facilitación externa para que desde filo del plato nos ayuden a ver la sopa. Son nuestros bomberos particulares con los que contamos para prevenir o para que los incipientes fuegos no se extiendan y quemen el edificio.

Y vosotros… ¿ya habéis pensando a quién llamar?

Dedicado a mi compañera Paloma.

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