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Una cuestión de confianza.

Confianza

Creo que todos hemos perdido la confianza en alguien en algún momento. A su vez, aunque esto nos cuesta mucho más reconocerlo, podemos pensar en situaciones en las que hemos sido nosotros, consciente o inconscientemente los que hemos provocado esta desilusión. Posiblemente esta sea una de las cosas más desagradables que nos pueden ocurrir en nuestras relaciones interpersonales.

Cuando uno confía, se “abre”. Somos capaces de dejar de escondernos detrás de la “máscara” que todos llevamos puesta para protegernos y empezamos a mostrar nuestra vulnerabilidad. Es decir, podemos empezar a hablar de esas cosas que, por unas u otras razones, nos dan vergüenza que los demás sepan o que pensamos que pueden usar en nuestra contra.

En el fondo todos deseamos que nos amen tal y como somos. Por este motivo nos pasamos la vida buscando a nuestro alrededor personas con las que poder ser honestos y mostrarnos auténticamente. Algunas de ellas terminan siendo nuestras parejas o amigos cercanos.

Pero ¿qué es antes? ¿El huevo o la gallina? Quiero decir, ¿necesitamos un espacio de seguridad para mostrarnos, o generamos esos espacios seguros al hacerlo? Bien, pues yo diría que son ambas cosas a un tiempo. De hecho los facilitadores usamos una herramienta llamada Forum para generar confianza en los grupos basada en la ventana de Johari.

Todos buscamos señales en nuestras relaciones que nos hagan pensar que con esa persona puedo ser sincero. Pero si nos fijamos bien, muchas veces empezamos a confiar cuando la otra persona se sincera con nosotros. Cuando esto ocurre es como un regalo, como una bocanada de aire fresco que abre nuestras ventanas a la posibilidad de hacer lo mismo. El más “valiente” es el artífice de iniciar este proceso.

Es imposible vivir sin confiar en mayor o menor medida en los demás y/o en nosotr@s mism@s.

Obviamente, las personas en las que depositamos nuestra confianza son importantes en nuestra vida. Las relaciones con ellas suelen ser más estrechas que con otras. Así que, cuando pensamos que alguna de ellas nos ha traicionado solemos sufrir bastante. Cuanto más cercanía y conexión, más dolor.

¿Y qué pasa cuando lo que tan despacio se construye se viene abajo? ¿Qué podemos hacer?

Cuando el puente que nos une a la otra persona se rompe lo mejor que podemos hacer para reconstruirlo, si de verdad nos importa la relación, es crear estructuras, acuerdos sostenibles y revisables para ambas partes, que nos vuelvan a dar cierto marco de seguridad.

De hecho cualquier relación de confianza se basa en los acuerdos. Con nuestras parejas: acuerdos de fidelidad, de reparto de tareas, de apoyo, de respeto, etc. En los grupos: acuerdos organizativos, de tomar decisiones, de intercambio de información, de transparencia, etc. Y cuando estos se pasan por alto es cuando saltan las alarmas.

Hace poco, tuve un conflicto con un compañero por este motivo. Tras tomar una decisión grupal en relación a una formación que queríamos lanzar, por su cuenta y riesgo, empezó a dar pasos para lanzar otra formación en paralelo.

Cuando me lo comunicó, mi confianza en él se vino abajo y me enfadé bastante. De alguna manera se estaba poniendo en peligro la confianza a dos niveles, en lo personal y lo grupal.

Para abordar esta situación, recurrí a la confianza depositada en mi grupo, que aun estaba intacta. Así que, solicité una reunión en la que, una vez escuchados todos los argumentos, con un nuevo matiz, se recuperó el acuerdo que ahora sí, él estaba dispuesto a respetar.

Pero no fue hasta que tomó las acciones pertinentes para desandar el camino que había iniciado que yo no restablecí mi confianza en él.

Y esto es bastante relevante en lo que se refiere a este tema, pues al fin y al cabo, necesitamos pruebas, hechos, acciones evidentes que nos muestren objetivamente que los acuerdos se respetan. Que hay una clara voluntad por la otra parte de reparar, en su caso, el daño causado.

Pusimos como prioridad nuestra relación de compañeros y todo lo demás vino rodado. Cursos podríamos lanzar muchos a lo largo del tiempo, pero una relación deteriorada sí que sería una gran pérdida.

Así que, resumiendo, si nos encontramos en esta situación en algún momento y queremos abordarla de forma eficaz, expresemos nuestro mal estar a la otra parte asertiva y empáticamente, establezcamos unos acuerdos o estructuras válidas para ambas y démonos el tiempo suficiente para que las acciones nos confirmen que se están respetando los acuerdos.

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3 comentarios en «Una cuestión de confianza.»

  1. Muy bueno el texto, Ángel.
    Me gustaria añadir algo. Para establecer relaciones solidas es muy importante basar la confiaza en el concimiento de la otra persona. De esta manera no pondremos expectativas en la relación que la otra persona no puede cumplir.

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